Generalmente, cuando caemos en actividades rutinarias nos sentimos aburridos, distraídos, agobiados o estresados. Estas dos últimas las experimentamos más, si el trabajo que tenemos exige mucho de nuestras capacidades.
Si estamos bajo mucha tensión y sentimos que vamos a explotar y no damos más, lo mejor es detenernos, hacer respiraciones profundas y tomarnos un tiempo para tranquilizarnos, hasta calmar nuestra mente y retomar en armonía los compromisos laborales.
Ante esta situación, lo primero que debemos hacer, es preguntarnos ¿qué tan a gusto nos sentimos en nuestro trabajo? ¿Realmente disfrutamos lo que hacemos o simplemente trabajar nos causa mal humor, apatía e indiferencia? Si es lo segundo, debemos darle un nuevo enfoque a nuestro día para hacerlo placentero y productivo.
Empezar el día con buena actitud
Empezar el día positivos, activos y enérgicos va influir directamente en nuestro rendimiento laboral. Para estar con buena actitud durante todo el día, lo ideal es antes de ir a trabajar, tomar un buen desayuno, practicar algo de ejercicio, o hacer cualquier actividad que nos de felicidad, esto nos mantendrá de buen humor, creativos, amables y sociables con nuestro entorno y en especial con los compañeros de trabajo.
Apoyo con nuestro equipo de trabajo
Estamos claros de nuestras capacidades y hasta donde podemos llegar sin ayuda de nadie. Sin embargo, debemos reconocer que la mejor manera de evolucionar y lograr nuestras metas, se basa en el trabajo en equipo. En la medida que demos apoyo igualmente recibiremos. Trabajemos en positivo con los demás, seamos empáticos, involucrados, amistosos y dispuestos; esto mejorará el clima en el trabajo y estaremos siempre enérgicos y con ganas de trabajar.
Tomar descansos para mejorar el rendimiento
Casi siempre cuando estamos cargados de trabajo no equilibramos el tiempo entre nuestros compromisos laborales y el descanso físico y mental que necesitamos. Tomar recesos es tan importante como el trabajo mismo. Si estamos agotados por el exceso de trabajo y presión, nuestro rendimiento laboral disminuirá notablemente. Somos más propensos a cometer errores y obviar detalles importantes.
El agotamiento físico y mental nos hace irritables, mal humorados y amargados. Por consiguiente, debemos tomar recesos durante la jornada laboral y fuera de esta, cortando toda relación que tenga que ver con las actividades laborales. Es decir, el trabajo se queda en el trabajo.