Las mujeres tienen más probabilidades de ser promocionadas a puestos de liderazgo en tiempos de crisis, cuando las circunstancias son adversas, o cuando hay más probabilidades de fracasar
Hemos escuchado durante años el concepto del “Techo de Cristal” creado por el diario Wall Street Journal en el año 1986, para definir las barreras a las que se enfrentan las mujeres profesionales altamente calificadas, limitando el logro de posiciones de liderazgo en las empresas. Las define como “de cristal” porque son obstáculos invisibles basados en estereotipos de las empresas, de la sociedad y hasta en sus propios preconceptos.
Sin embargo, hoy queremos referirnos a otro término o proceso no tan popular, pero no menos determinante dentro de las carreras de las mujeres ejecutivas, y es el llamando “Acantilado de cristal”. El mismo se refiere a la tendencia de las empresas en permitirles romper dicho techo de cristal y promoviéndolas a cargos de alto liderazgo, solo cuando la empresa se encuentra en situaciones de crisis, o como lo establece la metáfora: colocándolas al borde del acantilado.
Según Kristin J. Anderson, profesora de Psicología de la Universidad de Houston, las empresas ofrecen estas posiciones top a las mujeres por considerarlas más “descartables” y “fracaso justificable”. Los estudios y análisis de casos de Anderson, concluyen que la motivación de las empresas que premeditadamente desarrollan esta práctica, consideran que: “en caso de que la mujer tenga éxito, la empresa estará mejor; si fracasa, se la podrá culpar y la empresa no solamente no estará peor, sino que además recibirá el crédito por haber sido igualitaria y progresista, y a continuación podrá volver a su práctica anterior de nombrar a un hombre”.
Para nosotros, la polémica radica en que la mujer que se encuentra disputando los más altos cargos de la organización, toma el riesgo de aceptar estos retos por considerarlos su única oportunidad para alcanzarlos, lo que representa una alta probabilidad de daño a sus carreras, no por falta de competencias, sino porque generalmente asumen el riesgo sin tener acceso a información critica que les darían la opción de declinar a la oferta. Así mismo, en la mayoría de los casos no reciben ni el apoyo ni los recursos que la situación amerita.
Esto parece ser una oportunidad disfrazada, pero en la mayoría de los casos, es una forma sutil de discriminación afectando la salud mental y principios de liderazgo en las mujeres. Tampoco consideramos que debes dejar pasar grandes oportunidades de crecimiento, solo te aconsejamos consideres los siguientes aspectos:
1 Investiga los números de la compañía a fondo:
Especialmente los datos financieros que afectan la rentabilidad, la performance general, los riesgos de quiebra, y todos aquellos que puedan impactar en tu campo de decisiones. Sé consciente de cualquier crisis con antelación a tu decisión.
2. Incluye un factor de riesgo en tus negociaciones salariales:
Ya que vas a asumir el reto con tan alto grado de riesgo, resguarda tu salario y cualquier consecuencia negativa que un fracaso puede traerte en tus ingresos. Los hombres lo negociarían sin titubeos, entonces tú puedes resguardarte sin remordimientos.
3. Define el “Nivel de éxito y soporte” antes que aceptes:
Deja muy claros los KPI’s y estándares que van a definir el éxito de tu gestión, De esta manera el manejo de expectativas, enmarcadas en un período de tiempo, quedan claras y si las unes a los requerimientos correctos de herramientas y soporte, podrás incluso determinar una válvula de escape.
4.-Cree en ti, arma tu red de apoyo y no temas decir NO
Si después de evaluar toda la información consideras que puedes lograrlo, asume el rol con todas tus fuerzas y compromiso. Crea tu red de apoyo con voces diversas y sinceras que te permitan un seguimiento real del impacto de tu liderazgo. Así mismo. Ten el valor suficiente de decir adiós, en caso de no recibir el soporte correcto antes que sea demasiado tarde para tu carrera. ¡Evita llegar al punto donde sea imposible no caer en el acantilado!